Los individuos que reconocen la responsabilidad del Estado en la violación de derechos humanos y que se inclinan a pensar en que las causas del conflicto armado colombiano están relacionadas con el carácter asocial o violento de las y los colombianos en general, y de los actores armados legales e ilegales en particular, se representan en el modelo de memoria trágica.
La memoria trágica da cuenta de una historia de violencia sin cuartel especialmente dirigida contra la población civil donde los detalles sobre la naturaleza de los perpetradores o las causas sociales y económicas subyacentes a los actos violentos ocurridos en el marco del conflicto resultan irrelevantes de cara al desastre, la devastación, y el dolor.
En la memoria trágica la violencia se parece más a un fenómeno natural impersonal que a la acción de agrupaciones humanas claramente identificables. Esto se explica por dos razones. En primer lugar, los actos violentos que sufren las víctimas parecen ser arbitrariedades que solo hablan de la maldad de los violentos. La ausencia de la más mínima consideración por la dignidad de la vida humana, y lo fortuito de los ataques a la población civil solo confirman la irracionalidad y la crueldad que está detrás de las acciones de los armados. En segundo lugar, muchas de las víctimas de la violencia en Colombia nunca saben quién fue el perpetrador, o han sido tocadas por tantas agrupaciones armadas que sentarse a preguntar quién fue el perpetrador puede resultar sencillamente inútil para dar un sentido general a la tragedia.
Es posible que la mejor palabra para describir el conflicto armado colombiano desde este modelo de memoria emblemática sea el horror o la tragedia, y que la violencia y sus consecuencias se tomen como un indicador definitivo de la esencia colombiana. En este modelo se reconoce que el Estado colombiano ha jugado un papel claro en la victimización de la población civil, así como los actores armados ilegales. No hay héroes en ninguna parte. De la misma forma no hay una posición política clara en contra del orden social, económico y cultural establecido. Debido a la fuerza de la violencia sobre los cuerpos de las víctimas, o sencillamente porque esos temas no pueden explicar las acciones de los violentos, la memoria trágica asume que el mal es el producto de algún rasgo esencial de lo colombiano. No hay mayor consenso sobre si ese rasgo puede transformarse o no, pero cuando se asume que sí, la justicia en forma de castigos a los violentos y reparaciones a las víctimas se asume como deseable.
Lo más probable es que las personas con experiencias directas con la victimización y sus efectos se puedan sentir identificadas con la memoria trágica como modelo de memoria emblemática. Las víctimas del conflicto, especialmente aquellas que han sido tocadas por más de un solo grupo armado, periodistas que cubren en directo los efectos de los ataques a la población civil, o artistas solidarizados con el dolor de las víctimas pueden ser los representantes más comunes de este tipo de memoria.
La memoria trágica se ve representada en múltiples sitios de memoria en Colombia organizados por víctimas de violaciones a los derechos humanos, en los trabajos artistas plásticos y literarios, y en trabajos periodísticos. A continuación, dejamos una lista de sitios donde se pueden encontrar esos rastros materiales: